miércoles, 7 de enero de 2015

DESILUSIÓN DEL DIA DE REYES

Por Alejandro Fernández Martínez
 Sonaron las 22:30 horas del día 5 de enero, y en casa de los Caballero, los peques de 10 y 8 años respectivamente Andréa y Luis esperaban indicación de los padres para ir a dormir.
Ilusionados, con su cara de esperanza, esperando escuchar decir al papá, que logró tocar la cola del Camello y que saben de sus peticiones, los peques inquietos sin saber ya que hacer a esa hora, guardaban la orden.
El padre Narciso Caballero, imbuido en sus cuentas frente al comedor después de medio cenar, exigía del auxilio de su esposa Concepción, para poder terminar la tarea de su oficina.
Con una inconsciente orden, grito a los pequeños, ¡Ya vayan a dormir, que esta vez lo Reyes no van llegar!   
Aletargada en su inocencia Andréa, preguntó a su papá, ¡cómo es que lo sabía, si todavía no amanecía!, o tal vez,  ¿sabía y se estaba burlando de su espera?.
¡No me estoy burlando! Replicó el papá, simplemente hoy no vi ganas de los Reyes para que los visiten, por eso les digo. ¡Váyanse a dormir!  Y no guarden esperanzas.
Andréa, triste, jaló a su hermano y se dirigieron a su cuarto.
La ilusión del Día de Reyes, actualmente esta desapareciendo forzadamente, por las mismas circunstancias que nos priva a todos los mexicanos.
Las necesidades de padres de familia, les obliga primero a garantizar qué comer, y luego saber si tienen para regalos. Como siempre, el festejo del Día de Reyes es secundado con obscuros intereses, por empresas radiofónicas y televisión, que obsequian presentes a los menores, destacando el supuesto altruismo en beneficio de la niñez.
 ¿Hasta dónde será prudente mantener esta ilusión entre los peques? Será tiempo de decir verdades, O será bueno mantener esta tradición, que sigue golpeando a quienes menos tienen.
Esta mercadotecnia que lesiona y sólo engorda intereses, ¿Hasta donde conviene? ¿Esta es nuestra idiosincrasia, la de sufrir engaños y mantenernos ilusionados?



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